A- Entonces... ¿tú crees que estás loco?
B- Efectivamente querido amigo.
A- Mmmmm...
B- ¿Qué pasa?
A- No sé, sinceramente yo no diría que lo estás. Aunque, por supuesto, es una simple apreciación sin análisis alguno.
B- Bien, pues habiéndome analizado yo mismo... concluyo que me he vuelto loco.
A- No puedes decir eso ¡no te puedes analizar tú mismo y llegar a una conclusión tan tajante!
B- Creo que te equivocas. Lo he hecho y lo estoy.
A- Pero ¿qué notas extraño?
B- Nada.
A- ¿Algún sentimiento diferente?
B- No.
A- ¿Impulsos extraños?
A- No.
B- ¿Tu conducta ha cambiado en algún grado?
A- Negativo.
B- ¿Pierdes el control ante estímulos concretos?
A- Para nada.
B- ¿Delirios o fallo en la toma de contacto con la realidad?
A- No.
A- Mmmmm...
B- ¿Qué pasa?
A- Entonces sí, querido amigo, estás loco.
B- Gracias.